martes, 26 de octubre de 2010

Presente

Malos sueños, mala sangre, buenos recuerdos entremezclados con duras realidades.
Permitir que mala gente se inmiscuya en tu vida es como vender tu alma y tener que soportar las risas de los peatones que atónitos observan la mascarada.
Sabías bien desde el principio a quién no podías permitir entrar y lo hiciste. Sin opciones elegiste la peor de todas, insisto en que ya conocida desde el principio.
Amor materno, el más puro y dulce de los amores, una madre es capaz de darlo todo por sus hijos, hasta su vida misma, nada hará que retroceda en su cometido de proteger a sus retoños, y digo nada y digo bien, ni si quiera la necesidad y el deseo de paz y libertad de sus propios cachorros hará que desista de su empeño.
Ayuda, desinteresada y limpia ha de ser para ser ayuda, de nada sirve la ayuda si se pide algo tan grande como el control de tu vida a cambio.
Favores diría yo, pero no favores limpios e inocentes como los que se hacen entre amigos, favores como los favores que hace un mafioso, favores que se cuentan y cuya deuda eternamente se guarda para echar en cara a las primeras de cambio. Favores sucios, favores negros por los que hipotecas tu vida y tus sueños.
Desesperada o ciega ha de estar el alma que en este tipo de bancos de favores entra puesto que de antemano sabe que sus pies quedarán anclados de por vida en su fangoso suelo, que su cuerpo y su vida se marchitarán intentando de nuevo escapar de la detestada situación que le oprime e impide respirar, vivir, soñar...
Una vez dentro sólo una mente fuerte puede sortear los desasosiegos que produce el encierro, pues la rabia y la ira pueden encadenarte al fin a un infierno de dejadez que te atrapa en vida y del cual jamás podrás salir. Sólo la tenacidad y el deseo de no dejarte atrapar puede ayudarte a seguir volando mientras atrapado estás, imaginando paraisos lejanos que a tan sólo unos pocos pasos están, pero que tú ya no puedes alcanzar más que con el deseo y los sueños.
Mala vida, malos sueños. Bonitos recuerdos