miércoles, 12 de junio de 2019

Torturas en este estado de pandereta

https://www.youtube.com/watch?time_continue=14&v=RVIvmRXEgEU

domingo, 2 de junio de 2019

Normas absurdas

   Pienso que, cuando dos o más personas deciden vivir en comunidad, sin agredirse, lo primero que deben hacer es hablar (hacer política) para establecer unas normas de comportamiento común que no perjudiquen a nadie y que garanticen la convivencia de dichas personas.
   Pero pienso que, para que las personas se avengan a respetar esas normas, deben ser ellas mismas las que las negocien, discutan, establezcan y avalen. En caso contrario serían normas impuestas y, de esta manera, es bastante difícil que se respeten.

   Pienso que, en la sociedad en la que vivimos hoy en día, todas las normas nos han sido impuestas, pues ninguna de nosotras ha participado en su redacción.
   De esta manera, no parece difícil que haya personas que consideren que las normas que nos han impuesto (si no todas, al menos algunas), son injustas, pues benefician a una parte de la sociedad (los ricos, en el caso de la sociedad capitalista occidental) perjudicando a otra parte (en este caso mayoritaria: los pobres).

   Pienso que, la única manera de modificar una norma injusta, impuesta por terceras personas, es desobedeciéndola a la vez que se propone una ley mejor, más inclusiva, que respete al conjunto de la ciudadanía en lugar de a unas pocas personas, puesto que, de otra manera (si las obedeces) las justificas y, no sólo no consigues modificarlas sino que, consigues ayudar a perpetuarlas en el tiempo, perpetuando igualmente las injusticias que producen.

   Hoy he vivido una extraña situación que, si bien no parecería tener mucho que ver en este asunto, me gustaría contar, puesto que yo sí lo he percibido como una desobediencia para cambiar una ley que, no sólo para las personas protagonistas de lo acaecido, sino también para mi manera de verlo, es completamente absurda y yo imagino que detrás del comportamiento de dos de los proptagonistas existía un fondo de esa misma pretensión (la de desobediencia y cambio de la norma).
    Pues bien, la historia es la siguiente:

   Esta mañana, no sé, puede que sobre las 10 o 10.30 de la mañana, he ido a tomar un café a un bar situado en una plaza de mi barrio. La terraza estaba puesta y me he sentado en una mesa. En la mesa contigua habían sentadas dos personas (chica y chico) con un perro tumbado a sus pies. Era éste un perro de esos llamados "de razas peligrosas", no sé bien si un "Pit-bull" o un "Américan Stanford" porque, la verdad, siempre me lío con este tipo de razas.
   Me he tomado el café tranquilamente y he pedido una copa, como habitualmente suelo hacer. Justo en ese momento ha pasado otra persona (en este caso un hombre de edad superior a la mía -yo tengo 48 años-) paseando a un "coquer" que se ha metido bajo la mesa en la que estaban sentados, desde antes que yo llegara, las dos personas con el perro de las que he hablado al principio. El resultado de la acción del coquer ha sido que el pit-bull (aunque no sé si lo es en realidad, lo denominaré así para agilizar este relato) ha salido detrás del coquer, rompiendo una pata de la silla a la que estaba atado, tirando al suelo a la chica que estaba sentada en ella y llendo a morder al coquer, con el consiguiente jaleo de gritos de los dueños de ambos perros y la discusión posterior.
   He de decir antes que nada que, durante el tiempo que me tomaba el café y hasta que he pedido la copa, han pasado por delante de las mesas de la terraza, como mínimo tres perros (un "husky", un "caniche" o similar y otro más de una mezcla de razas pequeñas que no me atrevo a definir) que yo haya visto, y que el pit-bull en cuestión no se había movido de su sitio.
   El caso es que las dos personas que supongo dueñas del pit-bull se han abalanzado sobre él y han separado la pelea de una manera que yo tildaría de bastante eficaz, puesto que dichos perros suelen tener problemas para soltar sus capturas y, en este caso, ha sido todo muy rápido.
   Lo que me interesa de esta historia es la conversación posterior a esta corta pelea de perros, a saber:
   El chico que iba con el pit-bull se ha acercado al dueño del coquer mientras la chica volvía a su mesa de la terraza, a la silla que antes ocupara el chaval, ha atado a su perro a una de las patas de dicha silla y se ha sentado encima, por lo que entiendo que debe ser una manera habitual en ellos de sujetar a su perro. En realidad yo también sujetaba a los míos de la misma manera, cuando los tenía.
   Bueno, que me enrollo...
   El caso es que se ha acercado al otro hombre y se ha interesado por el estado del coquer:
   -¿Está bien el perro?, por favor, mírale bien y, si es necesario, voy a casa y te bajo los papeles del seguro.
   El dueño del coquer, aparentemente nervioso, tras mirar por encima a su perro ha dicho que iba a llamar a la policía en ese momento, lo cual me ha chocado bastante, pues parecía más interesado en llamar a la policía que en el estado de su perro.
   La chica, desde su mesa, que me dejaba a mí en medio de la conversación, puesto que los dos y el coquer estaban tal que a mi derecha y ella y el pit-bull a mí izquierda, le ha dicho que por qué iba a llamar a la policía, que si no podían arreglar las cosas como las personas, sin implicar a la policía en ello, que, si llamaba a la policía ésta no iba a solucionar nada y que ya le estaban diciendo que le iban a bajar los papeles del seguro.
   El dueño del coquer seguía r que r diciendo que no, que iba a llamar a la policía porque su perro (el de ella) debería estar atado, a lo que le han respondido que si no ve que se ha roto la pata de la silla en la que el perro estaba atado. Él, el dueño del coquer, ha contestado que de todas formas tiene que ir con bozal, a lo que la chica le ha contestado que:
   -Si tu perro no hubiese a morder al mío, no habría pasado nada.
   Y el chico le ha pedido que no llame a la policía porque, una vez que vienen, ya no hay manera de dialogar, que lo que debería hacer es mirar si su perro estaba bien y que el seguro correría con los gastos del veterinario, pero que, si llamaba a la policía, éstos iban a joderles la vida a ellos y a un perro que "es un pedazo de pan".
   El dueño del coquer seguía en sus trece y ya había sacado el móvil para llamar, así que el chaval le ha repetido que si llama a la policía le va a joder la vida y a él no le iba a quedar otra que defenderse y joderle la vida al dueño del coquer, que se lo pensase, porque no sólo no lo veía necesario (ni pertinente añadiría yo) sino que, además, iba a provocar peores resultados para todas.
   Como el dueño del coquer tenía el móvil en la mano y parecía que intentaba llamar a la policía, haciéndo caso omiso de las peticiones de las otras dos personas, la chica se ha levantado de la mesa de la terraza, ha cogido a su perro y se ha marchado.
   El chaval le ha vuelto a decir al dueño del coquer que, por favor, entrase en razón y no llamase a la policía, que eso iba a ser peor para todas pero, dado que el dueño del coquer ya estaba llamando a la policía, se ha ido también tras los pasos de la chica y el pit-bull.
   Conclusión a la que llego yo sobre esta historia:
   Pienso que el dueño del coquer era un imbecil que no atendía a razones, puesto que, también desde mi punto de vista, el que ha empezado la pelea ha sido su perro y, además, no quería dialogar con las otras dos personas que estaban dispuestas a solucionar cualquier problema que su perro hubiese producido al otro (si es que se había producido alguno, puesto que yo sangre no he visto en ningún momento), pero el imbecil (que a partir de ahora le llamaré así), sabiendo que tiene la ley de su parte, lo único en lo que pensaba era en joderles la vida a las chavalas, con lo que ha conseguido que se vayan y, si en realidad el coquer tiene alguna herida, le va a tocar a él (al imbecil) gastarse el dinero en el veterinario (y ya os digo yo que los veterinarios no son baratos) para curarle (aunque por lo que yo he visto, no parecía muy preocupado por su perro y puede que ni siquiera le cure).
   Al final he apurado mi copa y me he ido yo también antes de que se llegase la policía, no sea que me salpicase algo, que con esa gente cerca nunca se sabe (nunca se está seguro).

   La conclusión que saco de esta historia es que una pareja (si es que lo son) tiene un perro al que conocen y que es (según sus propias palabras) un pedazo de pan, por lo que toman la determinación de desobedecer una norma que consideran injusta, a saber: que ciertas razas de perro que un politicucho ha decidido que son potencialmente peligrosas tienen la obligación de ir por la calle con bozal. Que la han desobedecido adrede para cambiar la norma, porque sería injusto que su perro, siendo un pedazo de pan, tuviese que ir con bozal, y más (añado yo) cuando el pobre ha sido el primer agredido, ya que, como dije antes, ya habían pasado varios perros por delante de él y ni siquiera se había inmutado. Pero que hay individuos (que ya dejaron de ser personas hace mucho tiempo) que lo único que entienden es la obediencia a las normas que a ellos les benefician, porque no me creo que dicho individuo respete todas las normas (entre otras cosas porque desconocerá una gran parte -como nos pasa a todas-), y en vez de dialogar y solucionar las cosas como las personas, ha preferido agarrarse a esa norma absurda (a todas luces absurda) por la sencilla razón de que le beneficiaba en su intención de joder a las chavalas, que otra intención no tenía.

   En mi opinión está muy bien que se desobedezcan todas las normas injustas (como dije al principio), puesto que es la única manera de cambiarlas y, en este caso, pienso que es una norma tan absurda (porque cada individuo animal es diferente en sí) que, no sólo habría que cambiarla sino que, directamente habría que eliminarla. Porque, además, benefician a los imbéciles que sólo quieren joderle la vida a las demás personas.

   Repito que esta es una interpretación mía de lo que ha sucedido y que puede que las chavalas y el pit-bull ni siquiera pensasen en un cambio de norma y simplemente se les hubiese olvidado ponerle el bozal al perro, pero mi observación y posterior reflexión sobre este suceso me ha hecho pensar en ello y es lo que he concluído tras escuchar la conversación posterior a la pelea.

Mi primer día con falda...



   Es una costumbre mía ya el transgredir (o al menos intentarlo) las normas de conducta social. En este caso visto con falda para reivindicar que la ropa no tiene género. La intención es demostrar que los roles de género son sólo eso, roles, y que las personas estamos muy por encima de todo eso.
   Pienso que si podemos desmontar la irrealidad a la que nos somenten los roles (no sólo los de género, sino también los de raza, familia, nacionalidad, etc.), podremos, más tarde o más temprano, demostrar que lo único que realmente importa son las personas (y todos los seres vivos, claro, pero de eso ya hablaré en otro sitio).


  
   SOMOS PERSONAS, NO ROLES