jueves, 8 de agosto de 2013

La evolución.

   Todo empezó cuando privatizaron el agua. Bueno, en realidad eso no es cierto, en realidad todo había empezado mucho, nuchísimo antes, porque al fin y al cabo era la misma guerra de siempre, la guerra más vieja del mundo, la guerra que comenzó cuando a algún iluminado se le ocurrió decir que algo era suyo y hubo algún pringao que se lo creyó: amos contra esclavos, señores contra vasallos... En este caso eramos esclavos "normales", a los que se nos concedía una miseria con la cual malsubsistir a cambio de atarte de por vida al amo; contra "esclavos-al-servicio-del-amo", que vivian un poco mejor, con alojamiento y medio de transporte propio, buena alimentación y educación para sus hijos, y que hacían las labores de control de los esclavos-normales. Los pobres ni siquiera sabían que también eran esclavos, incluso algunos de los nuestros tampoco lo sabían, tan engañados nos tenían.
   Recuerdo que ya habían empezado las revueltas por la comida y la vivienda, por la sanidad y la educación, por la igualdad y los derechos, pero como digo, todo empezó cuando se privatizó el agua:

   -¿Pero mamá, no entiendes que si permitimos que privaticen el agua estaremos permitiendo que tengan nuestra vida en sus manos y que podrán exterminarnos aún más fácilmente?
   -Que no hijo, que sólo van a privatizar la gestión.
   -¿y no entiendes que privatizar la gestión es permitirles que decidan dónde y cómo gastan el dinero, qué infraestructuras reparan y cuáles no, y qué agua está más o menos depurada?. Deberías venir a la manifestación.
   -No, y no quiero tampoco que tú vayas, te pueden matar o apresarte, y entonces yo... ¿qué hago?
   -Luchar, mamá... luchar. Al fin y al cabo, ya nos están matando.

   Al final, y tras muchos muertos, el agua se privatizó.
   Los amos, que ya tenían las zonas más fértiles del planeta, poseían ahora la herramienta para ampliar sus territorios de regadío, mientras nos empujaban a los esclavos (a todos los esclavos) a un espacio cada vez más pequeño, y con menos posibilidades de alimentación; y utilizaban para ello a los esclavos-al-servicio-del-amo (en adelante, siervos), situándolos, para que nos mantuvieran a ralla, en la frontera de ambos mundos, una frontera que se extendía cada vez más adentro de nuestro antiguo territorio. Además, al expandir su terreno de regadío, aumentaron su riqueza y dejaron de necesitar mano de obra, por lo que ya le sobrábamos muchos de nosotros. Empezaban a sobrarles incluso los siervos ya que, como el espacio a controlar era cada vez menor, el control se podía realizar con menos individuos.
   El agua que bebíamos y con la que regábamos nuestros campos era cada vez más impura y más escasa, pero no hasta el punto de matarnos a todos, al fin y al cabo necesitaban que algunos esclavos siguieran vivos para que para que trabajásemos sus campos o utilizarnos como siervos. Controlaban nuestra natalidad por barrios, añadiendo sustancias químicas al agua que volvían estériles a los hombres o impedían concebir a las mujeres. Incluso había habido ocasiones en las cuales habían utilizado el agua para eliminar "de manera selectiva" a algunos de los "elementos subversivos" más peligrosos, añadiendo venenos al agua de todo un pueblo o ciudad para asegurarse así que de dichos "elementos" perecían.

   -Hola, ¿alguno habéis visto a Pedro?
   -No.
   -No.
   -No.
   -Es raro, llevo ya varios días sin verle, y no ha venido a las últimas reuniones.
   -Yo tampoco le veo hace tiempo, y he oído que hay mucha gente que está muriendo en el sector 7, hay quien habla de una operación de exterminio.
   -No me jodas, ¿y cómo se han enterado?
   -Esos malditos ojos que todo lo ven y todo lo oyen.
   -¿Se puede hacer algo? ¿han ido los químicos?
   -No, pero creo que se está haciendo una canalización desde el sector 9 por las noches. Si puedes acercarte, seguro que necesitan ayuda.
   -Tengo que cuidar de mi madre pero, si encuentro un hueco, me pasaré cuando pueda.

   Con nuestros pocos recursos eramos capaces de formar a cada vez menos médicos, abogados o maestros para que lucharan a nuestro lado, y, cuando los descubrían los ojos o algún siervo infiltrado, eran trasladados inmediatamente al norte de la frontera, a su territorio, donde les lobotomizaban y les hacían creer que eran uno de ellos y les ponían a trabajar en nuestra contra. Los pocos químicos que aún quedaban entre nosotros estaban siempre escondidos y, dado que poseíamos escasos medios de locomoción y en la mayor parte de los casos los viajes dependían de la aprobación de los amos, no se trasladaban muy a menudo para no levantar sospechas, con lo que cualquier solución al envenenamiento masivo debía hacerse de manera clandestina. Además, los únicos "laboratorios" que nos quedaban eran la naturaleza misma, y las únicas sustancias químicas, las producidas por las pocas especies animales y vegetales que no estaban "controladas" (eufemismo de apresadas en sus laboratorios o, directamente, exterminadas).
   Aun así, algunas veces conseguíamos revertir algún veneno o alguna sustancia experimental, pero en la mayor parte de los casos, lo único que podíamos hacer era hervir el agua con agujas de pino y filtrarla después con carbón vegetal -que nosotros mismos producíamos- y arena fina, como si así se pudiesen eliminar todos los productos químicos y todas las bacterias o virus que añadían a nuestra agua para experimentar con nosotros.

   -¿Pudíste ir al sector 7 al final?
   -Sí, conseguí que una amiga cuidase de mi madre un par de noches y me acerqué. Íbamos muy avanzados con la canalización, pero la tercera noche, cuando llegué, estaba todo lleno de siervos. Escapé por los pelos. Todo el trabajo de dos semanas destruido, y siete apresados.
   -¡Joder!
   -Vi a la hermana de Pedro, con unas manchas azules rarísimas por toda la piel.
   -¿Y Pedro?
   ...
   -Mierda, tengo que hablar con los químicos, no podemos perder a personas tan importantes.
   -Todos lo somos, no te olvides; pero si consigues hablar con ellos, diles que la gente está muriendo de gripe en el sector 36, una gripe muy agresiva que te mata en tres días y de la que poca gente se escapa.
   -Bien, se lo diré, parece una epidemia inducida.
   -Eso creo yo.
   -Oye, ¿y tú cómo te enteras de esas cosas?
   -... (sonrisa) ... ¿y tú cómo hablas con los químicos?. Luis, hay que conseguir llevar cubas de agua al sector 7.
   -Lo intentaré, pero no te lo puedo asegurar.
   -Vale, y tened cuidado.

   Hicieron experimentos de todos los tipos, aún recuerdo el año en que el crecimiento de los vegetales del sector 4 se volvió desmesurado: los pepinos eran del tamaño de bates de beisbol, y las calabazas como ruedas de camión. Los animales -incluídos los humanos- se quedaban ciegos y sordos y morían desangrados a través de llagas purulentas. Fue el año del intento de lobotomización masiva general, creemos que fue el primer experimento psicoquímico que se realizó a través del agua, aunque nadie puede estar seguro de si antes hubo otros.
   Fue el año, también, en que se realizó nuestra primera gran ofensiva con la quema de comisarías de distrito y de barracones del ejército federal. Y el año de la primera gran represión. Aún se desconoce el número de muertos y apresados que hubo, pero se dijo que la población planetaria disminuyó en un cuarenta por ciento. Ese año fui apresado y obligado a trabajar en la construcción del crematorio del sector cuatro. Los siguientes cuatro los pasé demoliendo ciudades para construir grandes edificios gubernamentales, grandes praderas de pastos, y grandes mansiones de las que, todavía, dudo que estén ocupadas. Todavía no sé cómo pude sobrevivir a aquello, y un día en que ya apenas me podía mover, ni siquiera con la cantidad de fármacos que periódicamente te inyectan, me devolvieron al sector 4 con un papel que decía que mis servicios podían ser requeridos en cualquier momento futuro y que debía presentarme en la comisaría de zona para que un médico del sistema evaluase mi recuperación.

   -Llevas 62 horas y treinta y siete minutos durmiendo desde que te devolvieron.
   -¿Qui..., qui...én eres, ¡Pedro!?
   -Al principio creíamos que te perdíamos, pero conseguimos suero bueno y te estabilizaste.
   -¿qué..., eh..., cómo...?
   -Tu madre está bien, está en tu antigua casa, ahora tenemos ese edificio ocupado. Te hemos traído aquí porque estaba más cerca, pero en cuanto tengas fuerzas te trasladaremos allí, es más seguro.
   -Estoy cansado, me duele todo. No puedo...
   -Te estamos destilando agua para que te recuperes, ¿no te quejarás, eh?, ahora no debes tener sistema inmunitario y cualquier cosa te mataría. Los médicos dicen que te hidrates mucho. ¿Estás despierto?
   ...
   -Bueno, descansa.

   Por supuesto nunca fui a la comisaría de zona, por lo que ellos creen que no me recuperé. Si alguna vez me volviesen a apresar iría directamente a la zona de "experimentos directos" (otro eufemismo).
   Pero no estamos hablando de mí, sino de la evolución.
   Nadie sabe exactamente el momento en el que ocurrió. Todos pensamos que fue poco a poco. No sabemos ni ya nos preguntamos el porqué. Lo más probable es que ocurriera como efecto secundario de algún propucto químico, o de un cóctel de ellos. El caso es que, poco a poco al principio, pero más intensamente después, empezamos a sentir lo que sentían otras personas, como si fuese telepático. No todo lo que sentían las otras personas, pero sí los sentimientos más fuertes, y no en todo momento, sino cuando en ellas era más intenso ese sentimiento.
   Al principio era un poco raro, difícil de controlar y, a veces, embarazoso.

   -¡Te quiero!
   -¿Le estás diciendo a mi novia que la quieres?
   -¡Y a ti también!
   -Vale, yo también te quiero, pero...
   -¡Ah!, ¡Perdón, no sé qué me ha pasado!...

   Llegó un momento en que todos, de manera natural lo fuimos controlando, hoy en día, aunque seguimos teniendo la capacidad de sentirlo, apenas lo hacemos y tenemos todos los sentimientos controlados excepto uno, que creo que no podemos llegar a controlar y que compartimos siempre que otra persona lo siente, y es lo que llamamos la ira razonada. A saber, es la ira cuando está justificada, cuando se produce por algo que te indigna o te conmueve, cuando se da o se ve una situación en la que cualquier persona razonable se llenaría de ira. Un buen ejemplo de ira razonada sería la indignación que se siente ante una injusticia palpable. Y cuando alguno lo sentimos, ese sentimiento es detectado por las demás personas, razonadas las causas de la ira, y compartida dicha ira; y según nos vamos agrupando, la sensación no hace sino aumentar al sentir también la ira de cada vez más personas.
   La evolución sólo nos ocurrió a "los normales" y a unos pocos siervos (de ahí que pensemos que sea un efecto secundario a algún químico que ellos no consumieron), a los cuales hemos de agradecer una gran parte de nuestras primeras recuperaciones. Los siervos estában controlados y pronto los eliminaron, pero fue impresionante ver cómo cuando el pueblo se enfrentaba a la policía o al ejército, de pronto uno de ellos se ponía de nuestra parte y empezaba a disparar contra otros siervos.
   Gracias a la evolución nos dimos cuenta de que, aunque no todos queríamos lo mismo, al menos sí estábamos seguros de que a todos nos indignaban las mismas cosas y de que sí había cosas que ninguno queríamos. Gracias a ella fuimos capaces de unirnos en grupos inmensos, que en algunos momentos llegó a ser un único gran grupo luchando contra una misma injusticia o situación por la cual es razonable la ira. Gracias a ella nos convertimos en una gran ejército contra la injusticia y esa unión consiguió que venciéramos y al final recuperáramos el planeta para el ser humano.
   Apenas recuerdo ya aquel sentimiento de ira tan desgarrador que nos hizo entrar en combate por primera vez después del cambio, quizá porque apenas se dan ya situaciones en las que la sintamos. Ahora, los que antes eran los amos son nuestros iguales, porque en caso contrario sentiríamos la injusticia de igual modo y tendríamos que, razonablemente, combatirla. Los antes-amos, los sirvientes y sus descendientes no pueden percibir la evolución y por ello ocurren algunos casos en los que se vuelve a producir alguna situación en la que sintamos la ira controlada, pero por suerte conseguimos hace tiempo -a base de compartir sentimientos- establecer un sistema en el que prime la igualdad real  -en todo- y en el que no pueda haber injusticias de ningún modo -al fin y al cabo las sentimos-. Estamos consiguiendo recuperar el planeta y parece que todos somos más felices que antes, ¿no crees?

   Quería contártelo porque hoy me siento muy viejo y presiento que mañana ya no os acompañaré. Soy uno de los últimos que quedan de antes de de todo y me gustaría que fuese recordado como en realidad ocurrió... Sí, sí, ya sé que todo está escrito y que te lo he contado varias veces, pero, por si es cierto lo que presiento, quería contártelo una vez más porque lo considero importante.
   ...
   Buenas noches amor...