jueves, 26 de enero de 2012

Agotamiento. -¿sirve de algo?-

Cansado de vivir mi vida, de la que ya pienso que no es más que una prolongación innecesaria de lo que algún día llegó a ser una vida plena, aún me pregunto si servirá de algo el proseguir este agotador camino que no da ni un respiro, ni una alegría, ni una esperanza.

Cansado de respirar por el símple hecho de respirar, sin esperar encontrar aire fresco.

Cansado, en fin, de no saber de qué puede valer continuar cuando no se busca nada, cuando ya se ha conseguido y se ha superado todo, cuando uno está seguro de que ya no hay posibles cambios, y cuando ya NADA te ilusiona, pues ya todo está vivido y ya todo está muerto.

Cansado de no poder siquiera cambiar la vida para que, al menos, los que detrás vengan, encuentren un mundo mejor; única esperanza íntima que aún se puede reconocer como tal, pero más hastiada que esperanzada.

Y tan cansado..., que nada quizá valga ya la pena, ni siquiera el escucharme a mí mismo mientras me quejo de esta vacía vida en que, ni siquiera el poder "ayudar" a alguien -o al menos intentarlo, aunque como casi siempre te confundas y termines cagándola y jodiendo a la persona a la que pretendías ayudar (no ayudes a nadie entonces, ni siquiera lo intentes)- sirva entonces de algo.

...Y tan cansado de estar cansado.

Cansado de trabajar y de estar parado, de luchar y de rendirme, de vivir mi muerte mientras muero mi vida, de regalar pidiendo y de exigir mientras me entrego.

Cansado, en fin, de estar cansado.

Pero ánimo Juanito, tienes aún que levantarte una vez más para poder quejarte de estar agotado y agotandote. Agotado de intentar comprender por qué y para qué hay que mantenerse en pie cuando ya ningún camino queda por delante. Agotado de preguntarte cómo y por qué los demás son capaces de continuar ese inexistente camino. Agotándote mientras lo buscas. Agotándote mientras lo intentas comprender.

Arriba entonces y continúa tu herrática e infructuosa búsqueda para volver a llegar a las mismas conclusiones de siempre, para volver a estar cansado, agotado hasta el más último aliento, de cada nuevo desaliento, de cada nuevo frustrante amanecer sin luz, de este eterno atardecer que tampoco permite entrar totalmente la oscuridad, de este anochecer sin estrellas y sin posibilidad de mañana.

Arriba entonces, Juanito, que hay que seguir aquí, aunque nunca se llegue a comprender el por qué, el para qué. Arriba sólo para seguir caminando, para seguir errando, para seguir, en fin, estando.

Porque es la única opción que queda.
Porque no hay más salidas.
Porque es lo que es la vida.