lunes, 16 de noviembre de 2020

El reproche...en positivo.

    Buenas noches.

   Me dispongo hoy a hablar del reproche porque llevo ya varios meses dándole vueltas a cómo podemos seguir ayudándonos, entre las personas, a seguir creciendo, ya que considero que éste es el fin fundamental de nuestras vidas (seguir aprendiendo y creciendo y ayudar al resto de las personas a hacerlo) y que, si hubiese un sentido de la vida, desde luego, sería éste. Pero de esto ya hablaré en otro momento....

   Todo empezó cuando volvimos de vacaciones, Ana y yo, de nuestro tour por Galicia, este verano pasado (Julio, para ser más exácto).
   Al cansancio de volver a la rutina habitual, tras unas maravillosas vacaciones, se sumó el hartazgo de las muchísimas personas con las que, de pronto, coincidía por la calle y a las que, en esas cantidades, llevaba ya bastante tiempo sin ver, gracias al confinamiento al que nos habíamos visto sometidos desde Marzo y que había sido levantado días antes de que nosotras marchásemos a Galicia, incluso sin tener todas las garantías de poder visitar todos los lugares que nos habíamos propuesto. Se puede decir que llevaba aproximadamente cuatro meses sin coincidir por la calle con tanta multitud de personas, lo que me había parecido maravilloso durante mucho tiempo, pues veía cómo la naturaleza recuperaba los espacios que le hemos arrebatado y cómo todo estaba más limpio y como más cuidado.
   Me gustaría no poder decir ésto, pero el caso es que las personas somos bastante guarras, y ello fue lo que me hizo pensar en escribir ésta entrada en algún momento.
   El caso es que, yendo a comprar el pan, hubo una persona que tiró una mascarilla, de esas que usamos todas ahora, al suelo, teniendo a menos de dos metros de distancia una papelera, lo cual me indignó y se lo dige:

   - ¡Hombre, teniendo una papelera a menos de dos metros, podías no tirarla al suelo! ¿no crees?

   La persona en cuestión, no sólo no la recogió y la tiró a la papelera, sino que me mandó a la mierda:

   -¿y a ti qué coño te importa? Hay gente que está para eso, ¿no? pues métete en tus asuntos.

   Dado el tono con el que me contestó, preferí no continuar la conversación y seguí caminando hacia la panadería, pensando en que, queriendo ayudar a una persona a ser un poquito más cívica, al final, había sido recriminado de mala manera, por lo que, de nada bueno había servido que le hiciese yo el reproche, sino, posiblemente, al contrario.

   Esto, como he dicho al principio, me dió que pensar porque, como yo siempre he creído que se habla con los actos, no con las palabras y, si se habla con palabras, éstas tienen que ser siempre coherentes con los actos (coherencia que pienso que tengo), quizá no debería haberle dicho nada y debiera sólo haber cogido la mascarilla del suelo y llevarla a la papelera, pero eso habría podido quedarse, como ocurrió en Galicia, en las Fragas do Eume (Pontedeume), en que yo recojo (y Ana también, claro) las mascarillas que hay tiradas por el parque natural, para llevarlas a la papelera o a algún contenedor de basura y, como nadie lo ve, de nada sirve mi comportamiento (además de para satisfacción propia, claro) pues no sirve de ejemplo y, ni tan siquiera de conversación o reproche.

   El caso es que, tras pensar que hay que decirlo, porque, de lo contrario, no sirve para nada, lo comenté con Ana, y ella me dijo que debía, quizá, buscar una forma de decirlo que no le pareciese ofensiva a la persona que lo recibe. He de decir que, a mí, no me pareció que lo dijese de una manera ofensiva, aunque eso no quita que la persona en cuestión lo recibiera de esa manera.

Y bien, ello me hizo seguir pensándolo durante una temporada, hasta que ahora, por fin, he decidido escribir sobre ello.

Soy consciente de que, tras la llegada del cognitivismo y, sobre todo de las teorías del aprendizaje posteriores, como la ecológica de Bronfrenbrenner, la utilización del elogio y del reproche han quedado un poco obsoletas y se utilizan menos (pero, como veremos, no han dejado de utilizarse) que cuando imperaban las teorías conductistas, y que, ahora, se acompaña al alumnado en su aprendizaje y se da mayor importancia a la motivación y al contexto en el que se está produciendo dicho aprendizaje. No obstante, los propios psicólogos del aprendizaje comentan la importancia de los refuerzos positivos/negativos (tipo conductistas) a la hora de afianzar una conducta y de los elogios/reproches justo después de la acción que se quiere afianzar/eliminar. Como se puede ver, por ejemplo (hay muchos otros ejemplos de ello) en "La motivación y el aprendizaje en educación", escrito por Pedro Gallardo Vázquez y José Manuel Camacho herrera.
De hecho, yo diría que incluso la manera de evaluar y aprobar/suspender es una forma de recompensar-premiar o castigar-sancionar a los educandos para fomentar (no voy a entrar ahora -puede que en otro momento sí- en si es o no la forma adecuada) el aprendizaje. Por tanto, se sigue utilizando.
Pero el caso es que, en contextos más amplios que la escuela o el colegio, a nivel social o cultural, la acción del elogio y el reproche, como medios para rerpoducir dichos entes (sociedad y/o cultura) y de que los individuos se adapten a ellos, ha sido históricamente (y yo diría que también en la actualidad) el medio más utilizado y eficaz para ello, puesto que parecería que, cuando toda la sociedad (o toda la cultura en la que estás inmerso) reprocha un comportamiento, o lo premia, condiciona al individuo blanco de dicho reproche o elogio para que abandone o repita dicho comportamiento. Al fin y al cabo, nuestros cerebros siguen condicionados para intentar no ser rechazados por el grupo, ya que ello conllevaba en la antigüedad a una muerte casi segura y, como la evolución de las estructuras físicas es más lenta que la evolución de la mente, nuestro cerebro sigue teniendo ese condicionamiento que nos insta a intentar no ser aislado socialmente, aunque eso, hoy en día, no conllevase el fallecimiento real, aunque puede que sí social, del individuo reprochado en cuestión.

Y no es que sea yo una persona partidaria del conductismo precisamente, ni mucho menos, pero sí pienso que, en muchas ocasiones erramos o mantenemos conductas que, hoy en día, se pueden considerar inapropiadas por una parte (podríamos decir que precisamente la parte más concienciada) de la sociedad, no por malicia o desgana, sino por desconocimiento o falta de entrenamiento en un tipo de acción que, hasta hace poco, se realizaba de otra manera, como por ejemplo, aunque siempre haya sido incívico, era del todo natural (al menos en nuestro país) tirar las basuras al suelo, incluso en los bares; y que, a día de hoy, se intenta realizar de una manera más cívica.
Y a esto es a donde quiero llegar, ya que, puesto que nadie es infalible, al menos yo no lo soy, pienso que no está de más que nos recordemos cuáles son las pautas actuales de actuación, ya que, de otra manera, podemos seguir teniendo comportamientos (por ejemplo machistas) que, en el momento actual no sólo no están bien vistos, sino que, una parte de la sociedad (pienso que la más concienciada, y disculpad que me repita), ya no ve de buen grado y estamos intentando erradicar.
Al menos, a mí me gustaría que, cuando desarrolle una acción a día de hoy inapropiada, ya que lo haría por desconocimiento o por falta de hábito, alguien me lo reprochase (siempre en buen tono, por favor) y me recondujese a realizarla de una manera más aceptable ética y socialmente. Así que os ruego y os insto a que lo hagáis.

Por otra parte, pido disculpas de antemano a todas aquellas personas que puedan ofenderse cuando yo (si es que alguna vez lo hago), con el único ánimo de ayudar al desarrollo de lo que actualmente se consideran buenas maneras, comente a alguien que una acción se puede realizar de otra manera o dejar de realizarse puesto que ya no está bien vista. Tanto por mi manera de decirlo, que intentaré siempre que sea lo más correcta posible pero, a veces no me sale bien, como por su manera de recibirlo, puesto que un reproche siempre sigue siendo un reproche y a la mayor parte de las personas no nos gusta que nos los hagan, aunque el fin sea el de ayudarnos.

Gracias por la lectura y por los comentarios.